Escrito de Toño Morala para la inauguración de la Exposición Temporal Palomares de León. Utopía en Camino. En el Museo Etnográfico Provincial de León.
Aterida el alba, el arrullo de las palomas se posa sobre el
regazo del viento y lo reparte sobre los sueños del horizonte. León confirma
que la soledad, el frío y el crepitar del fuego en las hornillas, en el llar de
las casas, rememora las leyendas sobre palomas y palomares… Y en ese mundo
rural y poco conocido por la inmensa mayoría, entre otros edificios singulares,
se levantan por páramos y pueblos, palomares, un patrimonio peculiar de arquitectura
popular.
Aquella mañana salían
las palomas a bañarse y a beber a la cercana laguna del Vallejo; el sol tibio,
se dejaba caer lentamente sobre el agua y en ella se reflejaban las palomas en
su deambular diario… al rato, alzaron el vuelo en plena procesión hacia la mies
todavía verde de aquel mes de abril; en su precioso y preciso vuelo, nada está
fuera de lo normal; vigilan a sus enemigos… se posan majestuosamente sobre la
tierra, y en ella rebuscan semillas perdidas y otras especies que llenen su buche
para realzar aún más la belleza, la suya… Y sí, es el palomar, una de estas
construcciones populares de carácter secundario, que antes tenían dos
provisiones: por un lado, la cría del pichón, y por otro, la palomina, uno de
los mejores abonos conocidos. En la Edad Media la posesión de palomares era un
privilegio reservado a los señoríos en lo que se llamó "derechos de
palomar”.
Entre secanos y barbechos, oteros de fraguados ocres,
alejados unos de los otros, los palomares vigilan al viejo sol, mientras
troneras de diversos tipos engalanan las entradas… "El palomar pon que vea
el agua, y no lo pongas muy alto, sino moderadamente para que cansada la ave
volando y jugando como en esgrima, y con aplauso de las alas se huelgue de
llegar con las alas cayendo. Hay quien dice que la paloma tomando el cebo del
campo, mientras más trabajo y camino hubiere pasado volviendo a sus hijos,
tanto cría mejor y engorda más sus palominos, y esto porque con la tardanza ha
cocido las semillas en el papo, con las cuales alimenta a su prole…”, dejó
escrito un monje observador allá por la Edad Media. “Se marchó en silencio la
paloma, se fue triste a otro lugar, dejando como compañera a la soledad… Aterida el alba, el arrullo de las palomas se
posa sobre el regazo del viento y lo reparte sobre los sueños del horizonte,
sobre los sueños de los palomares… sobre el horizonte…”
27 de Abril de 2017
Irma Basarte10.-