Los palomares, edificaciones civiles representativas de esta
tierra, son en realidad algo más de lo que aparentan. Es la simbología
de la arquitectura agraria rural más significativa de la comarca.
Edificaciones levantadas a base de tapial, barro y teja árabe, unas
construcciones que en un elevado porcentaje están volviendo a la tierra
de donde salieron en su día. Los que no han caído, amenazan ruina;
mientras sus propietarios y la propia Administración miran para otro
lado.
Pero tampoco queremos comenzar este informe con una sensación de
derrotismo, más bien apuntamos a un esperanzador optimismo, pues no hace
muchos años que ha nacido un movimiento social, bastante ‘utópico’
según sus promotores, que trata de fomentar la restauración de los
palomares. Desde este medio nos sumamos a esta idea, puede que algo
quijotesca. Vamos a repasar los distintos aspectos de los palomares.
Galleguillos de Campos. Imagen: Irma Basarte
Hay palomares en la provincia de León que datan del siglo XV, alguno
queda aún en pie del XVIII, si bien la mayoría son del XIX y del XX.
Haciendo un poco de historia, los romanos fueron los que introdujeron en
León la cría de pichones. Antaño eran las familias más pudientes las
que podían permitirse levantar palomares en sus tierras para la cría de
pichones que no sólo ayudaban a la economía familiar, sino que también
suponía una seña de distinción social. Tener un palomar en producción
era un lujo no al alcance de todo el mundo.
Aunque se calcula que en León llegó a haber hasta 1.500 palomares, a
finales de los años 80-principios de los 90 del siglo pasado, Santiago
Díez Anta, un ingeniero agrónomo entusiasta, llegó a realizar un
catálogo particular con hasta 1.200 edificaciones a lo largo y ancho de
la provincia. Así lo dejó reflejado en un ‘librito’ que editó Caja
España bajo el título ‘Palomares’. En la actualidad ese inventario
provincial puede rondar los 1.300, según datos facilitados por Irma
Basarte, otra entusiasta de los palomares que, además de fundar la
Asociación de Amigos de los Palomares de León en 2011, está metida de
lleno en inventariar estas edificaciones en toda la provincia de León.
¿Entonces, hay más ahora? No, sencillamente es que Basarte incluye
también los palomares caídos, los deteriorados, los restaurados, además
los que están lógicamente en plena producción.
Irma Basarte, la 'defensora' de los palomares de León
“León era la única provincia de la comunidad que carecía de un censo actualizado de palomares y en ello estamos”, asegura Irma, quien recuerda que aún no ha concluido la primera fase del inventario. Con las fotografías y las referencias de Díez Anta que le han sido facilitadas por la familia del ingeniero fallecido, Irma Basarte ha tomado el relevo 30 años después y está realizando su propia y paciente revisión comparativa de estas especiales construcciones. Todo por puro amor, puro altruismo. “Durante los fines de semana y vacaciones voy actualizando el inventario, cuando voy sacando tiempo”, explica quien ocupa su dedicación laboral en el Colegio Oficial de Ingenieros Agrícolas de León.
Muchos de los palomares que Irma visita siguiendo la pista de Anta ya
no existen, no queda ni rastro de ellos. La defensora de los palomares
de León repite modelo cada vez que llega a un pueblo: “Pregunto a los
paisanos y paisanas dónde hay palomares y dónde los hubo. Por un lado,
está el problema de la despoblación de los pueblos, los dueños de los
palomares que se han ido, que ya no hay quien los cuide y también está
el cambio en los cultivos agrícolas, donde el palomar ha quedado en
medio de una finca y estorba. Si no los tiran, los dejan caer. Cuando
llego a un palomar o a unos restos de lo que queda, los mido, los
geolocalizo y los fotografío”.
En la ribera del Cea se contabilizan 46 palomares
Comarca de Sahagún
En la comarca de Sahagún quedan unos 275 palomares, entre los que están bien, regular, en ruinas o sólo los restos de lo que un día fueron estas ‘viviendas’ colombófilas. En el municipio de Sahagún, incluyendo las 10 pedanías, se han inventariado nada más y nada menos que 50 palomares, singulares edificaciones, entre las que destacan los más ‘curiosos’ de Galleguillos y uno ‘misterioso’ que Díez Anta fotografió en la misma población de Sahagún, elevado sobre un tejado pequeño, que actualmente ha desaparecido o al menos nadie da razones de dónde se encontraba hace ya 30 años.
En la ribera del Cea, desde Almanza hasta Sahagún, se contabilizan 46
palomares, a los que habría que sumar otros 175 ‘fichados’ en el resto
de municipios del sureste leonés hasta el vértice de Santas Martas.
“Aunque los de Tierra de Campos son muy parecidos, dependía mucho del
gusto del dueño y del albañil de la zona; si se construía uno y gustaba,
otros propietarios pedían hacer su palomar igual que el del vecino”,
apunta Basarte.
Sahelices del Río. Imagen: Irma Basarte
En cuanto a número destacable por poblaciones, cabría resaltar los 30 palomares del municipio de El Burgo Ranero, los 25 de Joarilla de las Matas, los ocho de Vallecillo, otros ocho en Escobar de Campos o los siete de Bercianos del Real Camino. Cabe destacar el palomar restaurado en Villamoratiel de las Matas, que recibió el segundo premio de Restauración de la Arquitectura Tradicional Leonesa del Instituto Leonés de Cultura –Diputación- en el año 2013; y también el que se conserva en el Caserío de Mahúdes (Monte de Fraga) en plena producción, dentro del término de Calzada del Coto. O el palomar de don Epigmenio, ‘el secretario’, de Joarilla de las Matas, quizá el más grande de todos los de la zona, con unos 13 metros cuadrados de base. Este palomar se mantiene en pie y en plena producción, si bien la restauración que acometieron sus propietarios recientemente, con ladrillo y cemento, no sea la más recomendable por no respetar los elementos arquitectónicos tradicionales de la comarca.
Publicado en el periódico Sahagún Digital