Los libros de horas solían contener un calendario,
en el que las distintas épocas del año estaban representadas, con los
quehaceres propios de cada mes. A pesar de que estaban destinados a un
público aristocrático, solían representar escenas campesinas, pues las
labores del campo se adaptan mejor a las diferencias de actividades a lo
largo del año. Gracias a ello, el campesinado apareció representado en la pintura europea, siendo de esta manera “uno de los principales documentos históricos sobre la vida del campesinado en la Edad Media” (Hagen).
Las representaciones solían ser convencionales. Así, el mes de febrero suele representarse mediante la imagen de personas calentándose al fuego. Así puede verse en esta lámina de Las muy ricas horas del duque de Berry y en otras obras, como el Breviarium Grimani, que es de un siglo más tarde (1510) donde también se puede apreciar un bonito palomar.
El hombre de la casa se levanta totalmente la ropa, dejando al descubierto sus genitales. Esto no significa que se trate de una pintura erótica, sino más bien evidencia costumbres menos pudorosas que en siglos posteriores, pues en la Edad Media el sentido de la intimidad no estaba acentuado.
La finalidad de estas representaciones en los libros de horas, destinados a la devoción,
no se sabe con certeza. Hagen apunta que quizá fuera un “recordatorio
de lo efímero de las cosas terrenales” o quizá indicase “que Dios
también regula las estaciones del año”.
Irma Basarte10.-