"Los palomares son una arquitectura
nacida del barro, que a la vez cumplía una función y que tenía la
belleza de lo natural\". | IRMA BASARTE
Natalia Bodega Morán |
12/04/2021
Fresno de la Vega ha unido su nombre a productos de su huerta,
fundamentalmente los pimientos, pero es un pueblo con muchos alicientes
más para el visitante, uno de ellos sus palomares, arquitectura nacida
del barro
Decir Fresno de la Vega, es decir la huerta de León. Pero este pueblo emprendedor
a 41 kilómetros al sur de la capital tiene más atractivos que ofrecer
al visitante. Una de sus joyas escondidas son los palomares.
La existencia de estas edificaciones data como mínimo de época romana , Plinio hace referencia a ellas y puede que ya los astures también practicaran la cría de palomas.
Los palomares son
una arquitectura nacida del barro, que a la vez cumplía una función y
que tenía la belleza de lo natural. Obras que fueron levantadas por los
brazos de personas del campo a base de tesón e inteligencia.
Los palomares en Fresno de la Vega son recintos de tapial - material típico en Tierra de Campos y en Los Oteros-
revocado o enfoscado para proteger sus muros que estaban situados
mayoritariamente en las tierras, orientados al sur, en lugares llanos,
sin árboles, para evitar que gavilanes u otras rapaces merodearan cerca
del lugar.
Llegó a haber unos 20, como nos cuenta Elena Morán,
nacida y vecina de Fresno. Desgraciadamente, hoy en día sólo quedan en
pie cuatro o cinco. Ramón Gutiérrez Álvarez, autor de una estimable obra
llamada ‘Fresno de la Vega, Anotaciones para la historia de una villa leonesa’
dice que en el lugar llamado ‘La Calleja de los palomares’ llegó a
haber siete. También dice que hay otros tres en casas particulares.
Los
palomares servían para que las palomas anidaran y así, poder consumir
los pichones y también como proveedoras de “palomina”, un abono de gran
calidad.
La mayoría eran de forma circular, aunque había
algunos –los menos- que eran rectangulares. Mostraban cierto parecido
con los de la comarca vecina, Los Oteros, con la que Fresno mantiene muchos lazos.
Sus tejados estaban cubiertos con las típicas tejas, aunque en el
presente algunos, como huella del progreso, tienen la cubierta de
hormigón. Dichos tejados presentan característicos agujeros para
facilitar la entrada y salida de las palomas. Estas aperturas no sólo
eran algo práctico, sino que tienen la simetría que el arte popular sabe
insuflar a su creaciones.
El interior del palomar era oscuro. Los nichos (llamados
‘neales’, según me contó mi abuela Zanita) daban cobijo a las palomas.
Cuando no estaban en el ‘neal’ (palabra de la lengua leonesa que
significa nido), las palomas reposaban en grandes vigas
que iban de pared a pared y que además, ayudaban al dueño del palomar a
ascender para coger los pichones.
A veces existía un patio
interior, que daba salida al vuelo de estas aves. El palomar solía
tener un pozo –sin brocal y a ras del suelo- que servía para que las
palomas bebiesen.
La carne de pichón era y es un alimento muy
apreciado por ser jugosa y por ayudar a completar una dieta que en otros
tiempos era escasa. La recolección de pichones se hacía entre junio y
julio -en los que se recogían «a esgaya»- y , de manera menos numerosa,
en Agosto. A las aves cogidas este mes se las denominaba ‘agostizos’ y
tenían menos carne, siendo menos apreciada.
Durante los meses de
invierno, los dueños tenían que alimentar a las palomas con trigo,
porque no había alimento en los campos que las aves pudieran recolectar
por sí mismas.
Fresno de la Vega tiene refranes que nos hablan de la
importancia que llegó a tener el mundo de los palomares y su cría:
«Abril, hueveril; mayo, pajarayo; por San Juan, pajaricos a volar y por
San Pedro, pajaricos al puchero».
Sería de agradecer que las
autoridades responsables del patrimonio a nivel provincial y autonómico
ayudaran a conservar estos pequeños tesoros, últimos testigos de un
tiempo que forjó el carácter de la gente de la ribera del Esla.
La
feliz iniciativa de la ‘Asociación de Amigos de los Palomares de León’ con sede en León, de
realizar un censo de palomares en la provincia puede hacer que los
palomares de Fresno de la Vega vuelvan a ser tenidos en cuenta y así
evitemos que bien por olvido o por dejadez vuelvan a fundirse con la
tierra que los levantó.
#SalvemosLosPalomares
Irma Basarte10.-